Otra tradición navideña de este blog, como saben nuestros lectores, es hacer repaso de las mejores películas del año, aunque a nuestro modo. Esto es: Cada miembro de Digital 104 selecciona las tres experiencias cinematográficas más potentes que ha vivido durante los últimos 12 meses.

El resultado es una lista de 9 títulos que han conquistado de una manera u otra nuestros corazones y que, de una manera o de otra, se han instalado en nuestras cabezas para quedarse allí por una larga temporada. Estas son las 9 de 2016.

Jonay elige…

Anomalisa (Charlie Kaufman y Duke Johnson)

«Kaufman y su obsesión por la identidad da un paso más allá en Anomalisa. Las marionetas de Duke Johnson, hiperrealistas en muchos momentos, no hacen más que sumar malrollismo a una enrevesada, compleja y maravillosa historia. El ‘qué’ y el ‘cómo’ o, lo que es lo mismo, Kaufman y Johnson se revelan como un tándem creativo que espero que repita».

Callback (Carles Torras)

«Como si un personaje de True Detective se trasladase a la gran ciudad, Larry de Gecco se relaciona a su modo con su jefe, sus clientes y los fieles de la iglesia a la que acude regularmente. Un personaje tan simple en apariencia pero a la vez tan complejo y perturbador que lo hace muy difícil de olvidar».

Mr. Robot (Sam Esmail)

«Me encanta cuando me recomiendan una serie con un ‘Estoy seguro de que a ti te va a gustar’ y dan en el clavo. ¿Realidad o ficción? ¿Presente o futuro? Miedito».

 

Jairo elige…

La llegada (Denis Villeneuve)

«Puede ser la mejor película que ha llegado a los multicines de los centros comerciales españoles este año (o años), coto casi exclusivo del cine como espectáculo y entretenimiento. En ese terreno hostil logró abrirse un hueco esta película que, siendo visualmente impactante en la forma, basa su apuesta en el contenido: en cómo la capacidad de comunicación condiciona nuestra percepción del tiempo. Más allá de que transite por los caminos abiertos por Tarkovsky, Kubrick, Malick o Spielberg, o de las vueltas que le de al género de la ciencia ficción, lo interesante es que podamos ver una propuesta de este calado sin tener que esperar a un festival o a la pantalla chica. Se puede hacer cine profundo y espectacular al mismo tiempo. Se puede salir de un centro comercial en estado de shock desde sus multisalas».

Homo sapiens (Nikolaus Geyrhalter)

«Ha sido la experiencia más radical del año, en la línea de otros trabajos extremos y sensoriales como Dead Slow Ahead, que pude descubrir en la sección oficial de la Muestra de Cine de Lanzarote. Hora y media de planos fijos de todo tipo de ruinas contemporáneas, la mayoría del siglo XX, sin presencia humana y con sonido ambiente: centros comerciales, centrales nucleares, viejos edificios comunistas, teatros, hospitales, fábricas, montañas rusas… Una desoladora y sugerente visión del apocalipsis (sin zombis), del fin de la historia, del retorno de la naturaleza a lo construido por el hombre. Hora y media de diálogo intenso con las imágenes y con uno mismo».

Yo no soy de aquí / I’m not from here (Maite Alberdi y Giedrė Žickytė)

«Ya lo dije en este blog. En el último festival Tenerife Short, después de ver dos potentes cortos de ficción, cuando mi espíritu rebosaba y parecía que dentro no le cabía nada más, apareció Josebe, una enérgica anciana nacida en Rentería que pasa sus últimos días en un asilo de Chile. Y la dureza de la realidad, de la vida bien reconstruida por el cine, se fue desplegando poco a poco, me fue agarrando y sorprendiendo, hasta un clímax final conmovedor y terrible. Sus directoras han sabido transitar temas muy (mal) trillados por el cortometraje para alumbrar una pieza narrada de manera magistral».

 

Domingo elige…

El hijo de Saúl (László Nemes)

«Cuando una película viene precedida de tanta expectación lo más normal -y casi que sano- es que decepcione. El hijo de Saúl se sacude pronto cualquier pega que pudiéramos imaginar porque, a partir de un argumento mínimo (casi un macguffin) y aprovechando con maestría la información que todos tenemos ya sobre el tema, te mete en el epicentro del horror. Lo más terrorífico no es ver la locura, es sentirla, olerla, escucharla, ver sus consecuencias y, encima, tener que limpiar su rastro en un infernal ciclo que no parece tener fin».

La academia de las musas (José Luis Guerín)

«El cine de Guerín exige concentración, pero una vez dentro tiene esa rara habilidad de hacerte olvidar que estás viendo una película. Me acerqué a La academia de las musas con ciertas dudas y salí de nuevo entusiasmado. El filme empieza como una clase de Estética y uno no sabe muy bien en qué momento el discurso sobre la belleza se acaba transformando en la belleza misma. No sé cómo lo hace, dónde está el truco y por eso creo que me encanta su cine. Por eso y porque en cada película se reinventa sin perder nunca su voz».

Transparent (Jill Soloway)

«No me gusta equiparar cine y series, pero es cierto que este año en el que la estrenada paternidad no me ha dejado excesivo tiempo como espectador, me han salvado, especialmente las de capítulos cortos. A priori, uno podría ponerle todas las pegas del mundo a Transparent, pero cada capítulo funciona con precisión y con un uso tan inteligente como casi invisible de las elipsis. Este año me he hecho adicto a las tres temporadas de aventuras de los Pfefferman, a sus excentricidades y a sus dudas, a sus búsquedas de identidad -propia y grupal-, y, por supuesto, a la exquisita recreación que hace Jeffrey Tambor del viaje de Maura».