La ardilla roja (Julio Médem, 1993). Aprovechar el momento de amnesia de la mujer que te gusta para mentirle y decirle que eres su novio, que viene a ser algo así como ser invisible y colarte en el cuarto de las chicas. Llevártela al paraíso. Hacerla tuya. Ver que responde favorablemente al fraude que has creado a su alrededor.
Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993). La mejor manera de conocer a la persona que te gusta, de meterte en su cabeza sin barreras, es vivir el mismo día a su lado una y otra vez… Hasta que acabes harto de la idealización que has hecho de esa persona (o no).
American Beauty (Sam Mendes, 1999). Saber que ningún libro de autoayuda mejorará tus carencias. Saber que las carencias son imposibles de eliminar. Saber que todo el mundo tiene carencias. Aceptarte con tus heridas. Comprender que las heridas son hermosas. Que uno es lo que es y no lo que otros quieren que seas (la aceptación social). Estar dispuesto a dar y recibir amor con sinceridad.
La red social (David Fincher, 2010). Ser una persona asocial, sin la más mínima capacidad de empatía y asertividad. Que la chica que te gusta te mande al carajo y no quiera saber nada más de ti. Que aproveches tu despecho, tu rencor y tu tristeza para elaborar la mayor web de redes sociales del planeta y hacerte multimillonario, aunque en el fondo el dinero no te importe y sigas despechado por esa chica.
Tarzán X (Joe D’Amato, 1994). Pasarte la vida rodeado de monos y dar con la mujer de tus sueños, enseñarle tu miembro erecto de forma absolutamente natural, fornicar salvajemente con ella una y otra vez en la selva y, cuando llegas a la civilización, seguir fornicando con todas las demás mujeres que hay a tu alcance.
39 escalones (Alfred Hitchcock, 1935). Que todo el mundo te acuse de un delito que no has cometido, que tu conciencia esté absolutamente tranquila pero tengas que convencer al resto de la gente de tu inocencia y, en ese complejo proceso, vivas la aventura más entretenida de tu vida y, de paso, consigas a la chica de tus sueños.
Annie Hall (Woody Allen, 1977). Poder mostrarte vulnerable (y débil y pesimista) con la mujer que te gusta y que, aún así, esta mujer siga a tu lado, te acepte tal como eres (como tú la aceptas a ella). Poder hablar constantemente en un tono irónico-filosófico con esta mujer y que, aún así, ella termine acostándose contigo.
Amor (Michael Haneke, 2012). El concepto de ‘amor’ racionalizado y, no por ello, más frío (aunque lo parezca), ya que, por aprendizaje y herencia sociocultural, tendemos a asociarlo de un modo u otro a las baratijas propias de la adolescencia.
Las amistades peligrosas (Stephen Frears, 1988). Hacer de la mentira y la manipulación emocional un arte (el arte de la guerra) para conseguir tus propósitos. Conspirar sin descanso. Ser lo suficientemente frío y calculador como para mirar a los ojos a la otra persona y jugar con sus sentimientos sabiendo que le estás haciendo daño. Tener sexo mecánicamente, sin piedad. Que tu orgullo pisotee a todo el mundo hasta que se imponga. Morir solo o desterrado.
París-Texas (Wim Wenders, 1984). Reconstrucción del pasado a partir de las cenizas, cuando todo parecía perdido. Involucrarte sólo lo justo en el transcurso de los hechos. Ser lo suficientemente coherente (y humilde y valiente) para constatar que lo que no funcionó una vez con la persona que más has querido en este mundo no volverá a funcionar, por mucho que lo desees.
Benito Romero es licenciado en Filosofía. Ha publicado el libro de poemas La lentitud desecha. Sus críticas de cine pueden leerse en la web Filmaffinity.com, firmadas bajo el seudónimo ‘Clínex Rotos’.