
No hay final de año en Digital 104 sin entrada en el blog que destaque las 9 películas de los 12 meses que terminan. Como siempre decimos, no se trata de las mejores sino del resultado de que cada uno de nosotros elija sus tres experiencias cinematográficas del año. Por eso no tienen que ser en el cine y por eso no tienen que ser necesariamente con filmes estrenados en 2022… Este año, eso sí, destaca, como no podía ser de otra forma, una importante presencia de cine español.
Andrea elige…
Vortex (Gaspar Noé, 2022)

«Vortex trata la vejez en una pareja de ancianos, nos muestra cómo es su día a día, la relación con su hijo y su postura ante una enfermedad como el alzhéimer. Saliéndose de la temática por excelencia del director (fiesta, sexo y drogas), este filme se centra en la etapa final de la vida, y consigue removerte. Es una película muy personal y sincera, influenciada por Amour de Haneke, que con el uso de la pantalla partida nos habla de una soledad compartida en un espacio reducido y acotado; habla de la vida, la enfermedad, la muerte y el olvido».
Argentina 1985 (Santiago Mitre, 2022)

«Considerada como la película política del año, esta obra revive los años de la dictadura militar de Videla, concretamente el Juicio a las Juntas de los años 80. Con ella, podemos conocer la presión a la que estaban sometidos los fiscales implicados, la angustia y el sufrimiento de las víctimas y la gravedad de todo el asunto, por lo que posee un gran componente emocional, clave para su éxito. Una película entretenida y necesaria, protagonizada por Ricardo Darín, quien nos ofrece una actuación impecable».
Alcarràs (Carla Simón, 2022)

«Una de las joyas del cine español del 2022. Una obra coral, colectiva, que nos presenta a una familia dedicada en cuerpo y alma a sus tierras y al campo y que, desgraciadamente, a finales de verano va a perderlo todo. Cuenta con un elenco de actores no profesionales que parecen lo contrario, y que consiguen teletransportarme a mi infancia. Hace un recorrido por cada uno de los personajes que conforman la familia, sus inquietudes, miedos, conflictos, etc. Todo ello tratado con una estética muy cuidada y un tratamiento muy naturalista y sencillo, lo que la convierte en una película muy auténtica».
Jonay elige…
Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022)

“El drama es un género donde me siento ‘cómodo’ como espectador y son pocas las películas que hacen que me incomode (para bien) hasta el punto de conseguir sumergirme en una realidad ficticia, que deja de ser cine para ser verdad. Cinco lobitos es drama, es cine, pero también verdad, muerte en vida y vida en muerte”.
As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022)

“Con un trasfondo ecologista, donde la historia de David contra Goliat se convierte en un David contra David, As bestas mezcla lo rural y lo atávico con lo salvaje e irracional, donde una vez más nos damos cuenta de que no hay más bestia que el ser humano y su egoísmo”.
El agua (Elena López Riera, 2022)

“¿Otra película más sobre la juventud perdida en una población rural? Podría parecer que sí, pero El agua es una de esas películas que se te meten por dentro, te recorre, te posee haciendo que lo sobrenatural que pulula durante toda la historia haga de corriente que te arrastra, como un cadáver que quiere irse, pero no puede”.
Domingo elige…
Costa Brava, Líbano (Mounia Akl, 2021)

«Sutil, silenciosa y lentamente Costa Brava, Líbano se fue metiendo en mí. No sé muy bien por qué, pero la historia de esta familia que quiso crear su propio paraíso y acaba viviendo en el infierno me llega más allá del evidente mensaje ecologista o de la crítica a la política actual y al absurdo administrativo. Lo importante en la película de Akl es cómo ese infierno va calando en los personajes, resquebrajando la unidad familiar y sembrándola de dudas. ¿Es tan perfecta tu vida como crees? ¿De verdad la defensa de tus ideales está por encima de todo?».
La catedral (Ricky D’Ambrose, 2021)

«La vida durante tres décadas de una familia estadounidense cualquiera es el tema que Ricky D’Ambrose afronta en La catedral, colocando al más pequeño y su crecimiento, en el centro del relato. Como hizo de forma más ostentosa Linklater en Boyhood, pero tirando de minimalismo indie y de una capacidad sorprendente para elegir los momentos clave en los que su cámara tiene que estar presente. D’Ambrose no solo no renuncia a su manera de contar en favor de su historia sino que crea una película en la que fondo y forma no pueden separarse. Muy interesante».
Un verano con Mónica (Ingmar Bergman, 1953)

«Uno de esos clásicos a los que (por fin) me enfrenté este año fue esta película del maestro Bergman. Ante su descomunal obra posterior esta historia sobre el deseo juvenil pudiera parecer menor, pero de eso nada. Todo fluye orgánico de una manera fascinante: la química entre la inolvidable Harriet Andersson y el gélido Lars Ekborg, el paisaje -y su representación a través de la fotografía de Gunnar Fischer- como trasunto de los estados internos de los personajes… Un verano con Mónica es un viaje hacia un (inevitable) desenlace punteado por una (decisiva) mirada a cámara y dos (magníficos) planos construidos sobre el reflejo de un espejo. Puro cine».
