Hace hoy 50 años, un 4 de mayo de 1959, se proyectaba por primera vez en público en el Festival de Cannes «Al final de la escapada», la de película fundacional de la Nouvelle Vaugue dirigida por Jean Luc Godard. Con esta película irrumpieron los denominados nuevos cines de los años 60 en Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Brasil y hasta España, con Suara y Patino en la cabeza. Es este un aniversario muy especial por la importacia de este movimeitno en la historia del cine: con la Nuevelle Vague llegó una nueva forma de contar historia liberadas de las ataduras artificiosas del cine clásico, llenas de realismo, de contemporaneidad, de personajes ambiguos y perdidos, de estética urbana…
Hoy 50 años después, creo que aún queda mucho (pero mucho) para lograr los objetivos de aquella revolución cinematográfica, sobre todo en el ámbito del cortometraje. Todavía son mayoría los directores empeñados en contar historias a base del clasicismo narrativo de la novela decimonónica (con o sin pátina de videoclip, depende el presupuesto), autocensurados por un esteticismo formal que ahoga a sus propios personajes, convertidos en caricturas sin alma, obsesionados con el preciosismo de la fotografía, sin comprender, como dijo Gonzalo Suárez, que el cine no es imagen, sino mirada.

Por ello, hoy, 50 años después de aquella mítica proyección, sigo abogando y defendiendo que hay que reiventar el cine, o lo que es lo mismo, reiventar y descubirir nuevas formas de contar las historias, liberarse del ideal de perfección clásico (bello y bueno) y lanzarse en la experimentación creativa de lo moderno (inestable, inasible, humano). Esto no significa, tampoco, que todo lo experimental valga la pena, pero sí tiene de entrada el cariz de lo interesante, de lo nuevo. El arte, el verdadero arte, estaría en emocionar a todos con lo moderno, pero aún estamos, realmente, a mitad de esta escapada.
Jairo López
Muy buen artículo Jairo. Realmente esa generación de cineastas crearon un «clima especial» con el cine. Aún dura su influencia.
Saludos
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Gracias David
Sí, la verdad es que envidio esa época en que era más normal experimentar que ahora. Es paradójico que en los sesenta fueran más modernos que en la actualidad. En fin, a seguir bregando
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